martes, 21 de junio de 2011

CONCLUSIONES



Sin duda alguna, las representaciones homosexuales son implícitas en la obra de George Quaintance, son evidentes por el exclusivo papel de hombres como personajes participando en actos nítidamente eróticos y sexualizados bajo el imaginario que el autor construyó, siendo pionero no del homoerotismo y representación del contacto sexual entre hombres, pero sí de un imaginario que hoy en día conocemos como parte de la cultura gay, lo cual también resulta conflictivo, pues devienen preguntas acerca de cómo se clasifica el arte gay, dando paso a preguntas como ¿a qué se refiere el arte gay?, ¿qué tipo de contenido maneja el arte gay?, si un artista o autor de una obra es homosexual, pero no tiene intenciones de generar arte gay ¿la obra de todos modos es gay?, ¿se podría clasificar a las pinturas de Miguel Ángel o Da Vinci, de los cuales se especula sobre su sexualidad, como arte gay?, ¿el arte gay, sólo es homoerótico y de contenido sexual?, entre otras interrogantes que surgen a partir de propuestas que buscan la clasificación y apropiación de un imaginario social de fuerte tendencia activista, reivindicativa o visibilizadora que intenta abanderar la inclusión, los derechos humanos y las luchas sociales por la no discriminación, la participación y el reconocimiento legítimo de los homosexuales.

La psicología y los análisis culturales resultan una opción para poder clarificar las interpretaciones de las obras de los autores o artistas. El diálogo e interacción entre la teoría de estos tres campos indisociables como son la psicología, el arte y la cultura, se refuerzan mediante el apoyo multidisciplinario de la historia, la antropología, la iconografía, etcétera, articulando una serie de datos para forjar un cotejo del panorama de la obra artística y el autor, orígenes y consecuencias artísticas que generaron una determinada tendencia estética como la idea de lo gay, un movimiento artístico, una serie de obras o de forma más reducida una obra artística concreta.

La ausencia y ocultamiento del pene en los desnudos de George Quaintance













Una de las características más evidentes y relevantes de la obra de George Quaintance es la ausencia de la exposición del pene, pues en sus pinturas, a pesar de la desnudez de los personajes, buscó de forma explícita ocultar el miembro masculino. Ejemplos de la anterior afirmación es el ocultamiento a través de ciertas posiciones del cuerpo para evitar mostrar el pene, como el uso del muslo flexionado (figs. 11 y 12), la posición de los personajes de espaldas o girando ligeramente (figs. 13 y 14), el uso de elementos físico para evitar tácitamente la visibilidad del pene (figs. 15, 16 y 17) o bien la utilización y explotación de las posibilidad que ofrece la caprichosa estructura, amorfa e indefinida particularidad del agua como el oleaje (figs. 18, 19 y 20). ¿A qué se debía la ocultación del pene en sus obras? ¿Eran a propósito? ¿Fue consciente o inconsciente? ¿Qué ocurría en la obra de Quaintance a nivel psicológico y cultural para construir un lenguaje artístico homoerótico, pero no explícito?


Ciertamente existen posicionamientos en que se afirma que la desnudez masculina completa resulta en una tendencia a la pornografía y no en una representación artística de lo idealizado como erótico. Sin embargo al inicio de la investigación se demostró que el pene ya había sido una representación a la cual se recurrió en distintos contextos culturales e históricos. Sin embargo, es necesario analizar qué ocurría en la realidad de Quaintance que lo llevó a ocultar el desnudo total masculino, cuando bien pudo haber recurrido a referentes como Grecia o Roma, en donde existen esculturas masculinas con el pene descubierto, o al renacimiento italiano como el David de Miguel Ángel.
Ariel Álvarez en relación con esta particularidad de las pinturas de Quaintance afirma:

“Su obsesión por el cuerpo masculino desnudo creó un estilo que, burlando a la censura, cambió las costumbres de la cultura gay norteamericana de los años ’50 […] Su estilo, sin quererlo, fue marcado por los códigos de censura que prohibían las representaciones de actos “abiertamente homosexuales” […] Ser gay era ilegal y la pornografía, también. Ambas cosas juntas eran demasiado para la sociedad norteamericana. El artista se daba cuenta de que había un mercado potencialmente lucrativo, pero también muy peligroso […] En la década del ’50, la imagen del desnudo masculino estaba bajo fuego: tanto las publicaciones de ese “homoerotismo escasamente disimulado” como los artistas que las realizaban sufrían ataques constantes”.

Los datos proporcionados por Álvarez, señalan de forma contundente la línea que se tiene que seguir para comprender la invisibilidad a la que tenían que recurrir los homosexuales, aunada a las cuestiones culturales , moralistas, religiosas y legales siendo vulnerables. Por estas razones Quaintance no fue un artista que tuviera exposiciones dentro del espacio acreditado del arte como las instituciones artísticas museográficas.

La problemática a la que se confrontó Quaintance orilla a reflexionar en relación a los tabús que la cultura estadounidense y el sistema artístico mantenían a mediados del siglo XX.

“Quaintance liberaba a los cuerpos no sólo de la censura sino que presentaba al público gay escenas idílicas en las que se reflejaba una cotidianidad que era prohibida por la Justicia. Todas estas obras no mostraban los genitales, salvo debajo de las enormes curvas azules de los pantalones Levi’s, una de las imágenes popularizadas por el artista […] Debido al contenido gay de sus imágenes, nunca fue reconocido por el mundo del arte convencional.”

Es entonces necesario tomar como referencia el ocultamiento del pene en la obra de Quaintance a partir del tabú construido alrededor de la prohibición de su exhibición, según Freud:

“El concepto de tabú entraña […] una idea de reserva […] el tabú se manifiesta esencialmente en prohibiciones y restricciones. Las restricciones tabú son algo muy distinto de las prohibiciones puramente morales o religiosas. No emanan de ningún mandamiento divino, sino que extraen de sí propias su autoridad [...] Las prohibiciones tabú carecen de todo fundamento. Su origen es desconocido. Incomprensibles para nosotros, parecen natural es a aquellos que viven bajo su imperio”.

Bajo la concepción de Freud se expresa esencialmente la prohibición del incesto, tal cual lo trabajaría también en el campo de la antropología Levi Strauss. Sin embargo, me parece necesario retomar la esencia de prohibición y restricción que implica el tabú, pues es manifiesta en la limitación a la exposición de la desnudez del ser humano, pero con un sentido más acentuado en el pene del hombre, pues fuera de las prácticas culturales donde se permite actualmente la muestra del órgano sexual masculino como en la pornografía o en espacios donde se desnudan por trabajo. La presentación total del cuerpo masculino es aún desdibujada de las representaciones visuales como en el caso del cine o la televisión, en los que curiosamente es más fácil visualizar la desnudez del cuerpo femenino, lo que deja en evidencia la búsqueda de ocultamiento del pene.

En el libro “Una historia cultural de Pene” de David Friedman, explica como a lo largo de la historia del mundo las distintas connotaciones que ha tenido el pene en la cultura occidental y las implicaciones de su exhibición, uso, análisis psicológico, estética, prejuicios, reflexiones, admiraciones, entre diversos análisis discursivos que la cultura occidental narra alrededor de este órgano. Relatando cómo se va construyendo en el ámbito cultural, psicológico, artístico e histórico la manera en que el pene va dotándose de una complejidad de significaciones y sentidos.
Para el análisis del ocultamiento de Quaintance, la desaparición del pene en los desnudos de sus personajes, responde de forma más precisa a los embates que existían en relación a la homosexualidad y la sacralidad social de pene contra el moralismo y creencias en un contexto histórico determinado como la sociedad estadounidense de principios y mediados del siglo XX. En este caso el lenguaje artístico logró dar cabida a la búsqueda de Quaintance para expresar su orientación sexual reprimida y que como diría Freud en relación con el arte: “la ligera narcosis en que nos sumerge el arte sólo proporciona un refugio fugaz ante los azares de la existencia y carece de poderío suficiente como para hacernos olvidar la miseria real” . En este sentido, seguramente Quaintance si es que alguna vez quiso representar la desnudez masculina y homoerotizada, tuvo que reprimirse para mantener su seguridad ante las complicaciones del contexto, lo cual evitó que pudiera explayarse de forma más amplia y sin recriminaciones en las representaciones de los desnudos masculinos.

Exploración psicológica y cultural acerca de la iconografía en la obra de Quaintance




En este apartado intentaré construir una propuesta para la interpretación de las obras de Quaintance, buscando el diálogo entro lo cultural, lo psicológico y lo estético, de manera que se pueda buscar llegar a la comprensión del artista y su obra en el contexto que la produjo, con la esperanza de ofrecer resultados iluminadores para el entendimiento de las representaciones estéticas del autor. Esta dinámica me parece de suma importancia pues parto de la siguiente premisa:

“A pesar de los distintos intentos reduccionistas, el arte está lejos de ser un fenómeno individual, y posiblemente sea tan incorrecto querer dar cuenta de él desde perspectivas individualistas que nos remita a cuestiones como la personalidad del artista o al funcionamiento del sistema nervioso [percepción] del espectador, como intentar hacerlo desde posiciones deterministas sociológicas que plantean los fenómenos artísticos como resultado directo de las relaciones socioeconómicas propias de un momento histórico especifico”.

Por lo anterior me parece importante analizar la obra de Quaintance a partir de un diálogo dinámico e interactivo entre los mencionados campos estético, psicológico y cultural.
Como se mencionó en el apartado anterior, Quaintance en todas sus obras pinta a hombres jóvenes con una definida musculatura. Cabe señalar que a pesar de la diversidad de tonalidades de piel a las que recurre, especialmente morena, retorna al ideal de belleza masculina de la Grecia clásica, pues en la antigüedad griega:

“el físico adolescente se convirtió en el objeto de una suerte de valoración cultural insistente en grado sumo. Que el cuerpo masculino pueda ser bello, más allá de su primer encanto, los griegos no lo ignoraban ni lo olvidaban; la estatuaria clásica se dedica con fruición al cuerpo adulto[…] Pero en la moral sexual, es el cuerpo juvenil con su propio encanto el que se propone regularmente como "buen objeto" del placer”.

La propuesta estética de George Quaintance se encuentra fuertemente arraigada a la valoración de las representaciones homoeróticas, el hombre joven con una musculatura definida como paradigma e ideal de belleza por eso se afirma que:

“George Quaintance fue una de las figuras más influyentes en un estilo único de arte de América […] Aunque pocas personas fuera del mundo gay lo saben, Quaintance fue un pionero de la pintura del físico masculino. Este género anunció una nueva conciencia gay estadounidense en la década de 1950”.


Ariel Álvarez, en relación a los cánones estéticos de Quaintance, explica:
“Sus pinturas de cuerpos musculosos y desnudos de vaqueros rubios, poderosos indios morenos y espectaculares héroes griegos definieron al ahora conocido erotismo masculino y crearon un estilo único [...] Con sus composiciones de colores fuertes y surrealistas, y las facciones de sus modelos que parecían surgir de las páginas de los comics, plasmaba en sus lienzos momentos de intimidad entre hombres que conectaban a la comunidad gay, ilegal y perseguida por aquellos años, con uno de sus primeros espacios referenciales en el arte. Quaintance creó al estereotipo del “macho semental” que, además, era homosexual”.

El imaginario que Quaintance creó a través de sus pinturas fue una potente influencia en artistas como Etienne, Steve Walker, Harry Bush, Jacques Sultana, Paul Richmond, Steven Corry, Adriaan Lizroth, entre otros que posteriormente tratarían los temas homoeróticos masculinos, mismos que a la vez impregnarían mediante sus ideas una serie de valores buscados por el movimiento gay en distintas partes del mundo. Estos ideales se manifiestan actualmente en las marchas por el orgullo gay, expresiones artísticas y carnavales de la diversidad sexual:

“Él (George Quaintance) abrió camino a otros artistas famosos, como Tom of Finland. De su mano e imaginación brotaron esos vigorosos cowboys, latin lovers, operarios de torsos escultóricos y culo prieto que pueblan el imaginario homosexual […] Cualquier marcha del Orgullo Gay debería detenerse siempre un minuto para rendir homenaje a este virginiano que dio las primeras puntadas en una estética homo que inunda hoy las calles del mundo”.

Es importante mencionar que a través de la obra de Quaintance se puede detectar una patología narcisista: “Perfeccionista no sólo con su arte sino con su cuerpo, se retrataba habitualmente con una imagen idealizada de sí mismo” declara Ariel Álvarez. Lo cual responde a una creencia que Freud tenía:

“Hemos comprobado que muchas personas, y especialmente aquellas en las cuales el desarrollo de la libido ha sufrido alguna perturbación (por ejemplo, los perversos y los homosexuales), no eligen su ulterior objeto erótico conforme a la imagen de la madre, sino conforme a la de su propia persona”.

Sin embargo, aceptar este postulado de Freud, quien considero durante sus primeros trabajos la homosexualidad como un problema o desorden psicológico, implicaría por tanto, la búsqueda de una patología en la homosexualidad, siendo contradictorio a la declaración de 1973 en que se elimino la homosexualidad del catálogo de enfermedades de la Asociación Psiquiátrica de Estados Unidos. Es difícil sostener que la homosexualidad tiene como característica el narcisismo a estas alturas, y a la vez paradójico cuando se conoce la obra de distintas pintoras y pintores que han utilizado los autorretratos, no siendo necesariamente homosexuales por el hecho de ser protagonistas en sus pinturas.

En un sentido hipotético se puede pensar que Quaintance se auto representa pictóricamente junto a su objeto de deseo; jóvenes con rasgos latinos y poseedores de un cuerpo trabajado. Contraviene de forma directa a la idea de sublimación de Freud; quien utiliza el término para explicar ciertas actividades humanas que aparentemente no guardan relación con la sexualidad, pero que hallarían su energía en la fuerza de la pulsión sexual. Freud describió como actividad de sublimación principalmente la actividad artística y la investigación intelectual. Por tanto, Quaintance no podría asumirse bajo el complejo concepto de sublimación, ya que él utilizó la pintura como una forma de manifestar su orientación sexual, pulsional, manifestando el deseo a través de representaciones explícitamente eróticas, esto se corrobora con las declaraciones de Lola Huete que argumenta:

“impactó en su entorno con su talento, su vitalidad, su particular estética, sus novios latinos e indios […] su amor por lo multicultural […] En sus primeros trabajos pintaba hombres idílicos solos. Al final de su vida, eran piezas de relaciones eléctricas entre varios […] Hombres con hombres entre los que hay relación sentimental, no solo sexo. Sus personajes se miran, se ofrecen y prometen uno al otro, se desean.”

Esto muestra la afición e inclinación que tenía hacia un estereotipo de hombres, revelando también el placer que le causaba pintarse al lado de ellos, es por tanto un juego entre el erotismo, la sensualidad, el deseo y sus representaciones oníricas.
Ahora bien, en relación con la estética que retoma de los espacios rurales de Estados Unidos, de los rancheros mexicanos que tienen una influencia fuerte de la cultura española al igual que de la tauromaquia y por ende todo el imaginario relacionado con las botas, zarapes, sombreros, pantalones vaqueros de mezclilla, etcétera, seguramente provienen de fijaciones obsesivas que se generaron en su niñez, pues:

“nació en Virginia entre ganado y desde niño estuvo dotado para el dibujo. Es fácil visualizar Virginia y mucho más un rancho en ese lugar y aquel tiempo. “Mis antepasados fueron todos granjeros”, dijo él en una revista antes de morir […] George, al parecer abiertamente afeminado desde niño […] realizó su travesía particular desde lo rural hasta lo metropolitano”.

Posteriormente regresó a vivir a un rancho en el cual murió, es pues su situación vivencial en relación con su matriz cultural en la etapa de la niñez y adolescencia la que marca una línea de apropiación y representación relacionada con los hombres del campo, el ambiente rural y la indumentaria que se usa en estos espacios.
En relación con los elementos paisajísticos, se puede señalar el uso de imágenes relacionadas con cascadas, ríos, termas, mares, etcétera. Bajo la óptica freudiana, el agua tiene connotaciones del nacimiento y significaciones intrauterinas. En el libro de la interpretación de los sueños Freud expone un sueño relacionado con cuerpos de agua (mar y ríos) donde explica que:

“Un gran número de sueños… cuyo contenido es el avanzar a través de estrechísimos espacios o hallarnos sumergidos en el agua, aparecen basados en fantasías referentes a la vida intrauterina -la permanencia en el seno materno y el nacimiento,… Tanto en los sueños como en la mitología queda representada la salida del niño del líquido amniótico por un acto contrario, o sea por su inmersión en el agua. Conocidos ejemplos de esta representación son, entre otros muchos, los nacimientos de Adonis, Osiris, Moisés y Baco”.

Basando el análisis en la propuesta de Freud, Quaintance manifiesta una proyección de la búsqueda de mantener el vínculo maternal, esto puede ser posible si se evidencia la relación con su madre: “haciendo a un lado la orientación sexual de Quaintance, la mujer siempre ha jugado un papel importante en su vida. Él adoraba a su madre, Ella Belle, y ella adoraba a su vez sobre él. Ella incluso le convenció para crear un mural para su iglesia en 1933”. En este sentido es certera la ligadura entre George Quaintance y su madre, sin embargo el agua puede tener otras connotaciones culturales:

“en un sentido general, el agua es emblema de toda la fluidez en el mundo material y de los principios de la circulación del líquido (sangre, savia, semen), la disolución, la mezcla, la cohesión, el nacimiento y la generación […] En psicología, representa la energía del inconsciente y también su misteriosa profundidad y peligros […] la transparencia del agua inmóvil simboliza la percepción contemplativa [...]”

De la anterior cita resaltan tres elementos principales para resaltar, la fluidez que se puede relacionar con el semen, nuevamente el nacimiento y sus implicaciones uterinas y la conexión que se hace con la contemplación. Sin embargo también se puede agregar la tendencia en la cinematografía y literatura occidental, donde el agua juega un papel importante en un ámbito de sensualidad y erotismo, ya que es frecuente mirar a una mujer u hombre empapados, con la ropa ceñida al cuerpo, saliendo de algún cuerpo acuoso; las connotaciones de romanticismo que tienen espacios como la playa, los ríos o los lagos, donde se lleva a cabo el cortejo, el voyerismo o los mismos actos sexuales, siendo ésta una propuesta alternativa que puede sumarse sin contradecir la de Freud y Tresidder en relación a la interpretación de los significados del agua.

Otro elemento que resulta necesario destacar por su continua presencia es el caballo como una figura que aparece relacionada con el contexto campirano que maneja el autor. Freud menciona algo muy específico acerca de caballos salvajes:

“La elaboración onírica simboliza generalmente con animales salvajes los instintos apasionados -del soñador o de otras personas- que infunden temor al sujeto […] De aquí a la representación del temido padre por animales feroces, perros o caballos salvajes […] Pudiera decirse que los animales salvajes sirven para representar la libido, temida por el yo y combatida por la represión”

Bajo la lógica del psicoanálisis freudiano se puede argumentar una interpretación fálica del caballo, relacionada a la castración, que coinciden con las aseveraciones que algún día hizo Freud en relación a los orígenes psicológicos de la homosexualidad: la ausencia del padre y los fuertes vínculos con una madre sobreprotectora, que efectivamente manifestaba Quaintance, que por otro lado también han sido cuestionadas en la actualidad, discusión que no será abordada en este ensayo. En este caso sería preferentemente disponer del caballo como una representación de la libido, temida por el yo, a causa del contexto represivo de Estados Unidos relacionado con la homofobia.

La interpretación del caballo se puede completar con lo descrito por Tresidder “[el caballo es un] símbolo arquetípico de vitalidad, velocidad y belleza animal…Se asocian con la energía sexual, el deseo impetuoso o la lujuria”. Haciendo una interjección entre Freud y Tresidder, el caballo se manifiesta como un ícono relacionado con la sexualidad, que en nuestra cultura occidental concierne a la virilidad masculina. En forma repetitiva se personifica a un hombre sobre un caballo como símbolo de masculinidad en el cine, como un animal de poder y fuerza, su salvajismo se relaciona con la idea de un hombre indomable y libre, lo cual puede adecuarse bastante bien a la obra del autor. La no representación del pene a pesar de la continua presencia de cuerpos desnudos o semidesnudos en la pintura de Quaintance será desarrollada de forma más detallada en el siguiente apartado.

Iconografía de la obra de George Quaintance


En la obra de Quaintance se manifiestan representaciones persistentes y contextos comunes. La primera constante son los cuerpos de hombres jóvenes con prominente musculatura. Todos cumplen con el patrón de ser morenos o de piel apiñonada, cabello oscuro, altos y con ojos oscuros. Existen también pinturas en las que pinta hombres blancos que son autorretratos de Quaintance, donde él mismo se toma como referente y modelo; rubio, alto, ojos azules, cuerpo musculoso y de piel clara, evidenciando un fuerte narcicismo en sus obras.

En el terreno de los objetos son comunes; las botas, sombreros vaqueros, zarapes, textiles apaches, guitarras, rifles, pistolas, espadas, botellas con alguna bebida alcohólica y pantalones de mezclilla o vaqueros entallados los cuales en sus pliegues dan volumen simulando la erección del pene. Estos elementos se encuentran vinculados al imaginario de la vida rural de las demarcaciones del sur de Estados Unidos y el norte de México.

Las escenas están contextualizadas en cuatro tipos de lugares: sitios relacionados con la tauromaquia, el interior de fincas o haciendas, el exterior de ranchos o escenas relacionadas con agua (mar, río, termas, baños públicos, cascadas, etcétera). Todas sus obras están envueltas en un ambiente y paisaje rural, predominantemente desértico o evocando la mitología grecorromana. Otro elemento pictórico recurrente es el caballo. Cabe señalar que hay desnudos completos, otros en los cuales sólo se conserva el pantalón y algunos pocos en que la ropa es sumamente entallada, señalando las líneas y relieves del cuerpo masculino.

Breve reseña de la vida y obra de Quaintance


Según la An encyclopedia of gay, lesbian, bisexual, transgender, & queer cultura; Quaintance nació el 3 de Junio de 1902 en Virginia, Estados Unidos, estudió dibujo, pintura, danza clásica y jazz en el Art Students League en Nueva York. Entre sus profesores estuvieron el expresionista Max Weber y Robert Henri. En 1929 se casó con su socia, la bailarina Miriam Chester, matrimonio que duró menos de un año. La homosexualidad de Quaintance fue muy discreta y totalmente limitada a personas cercanas a él. Para 1938 conoció a un puertorriqueño llamado Víctor García, el cual fue su modelo, socio, amante y compañero hasta su muerte en 1957.

Entre los datos curiosos de su vida se encuentra el fuerte apego a su madre, quien le pidió en 1933 pintar un mural para la iglesia a la cual asistía, un templo bautista en Stanley, Virginia, apareciendo en la pintura un hombre de finas facciones y rubio a los pies de Cristo; un autorretrato de Quaintance.

Parte de sus dotes artísticas las usó para crear peinados y maquillaje como servicio a celebridades y mujeres de la alta sociedad de Nueva York y ofreciendo su servicio como diseñador de interiores. Cabe señalar que también en el área de producción fotográfica utilizó diversos objetos para cubrir los genitales, esta técnica de ocultamiento también sería manipulada en diversas pinturas para no mostrar en ninguna de sus obras el pene de forma explícita, a excepción de los repliegues y entallados pantalones que permitían imaginar el contenido.

Los antecedentes pictóricos homoeróticos 2





Al igual que en el arte turco del S. XIX que denotan la copulación entre hombres (fig. 8). En la India se han encontrado obras donde se descubren relaciones bisexuales (fig. 7). Incluso en las culturas prehispánicas también se manifestaron escenas homoeróticas, como en el caso de los mayas (fig. 9). Otra cultura que es un hito entre el imaginario homosexual por las representaciones homoeróticas es la Grecia Antigua, cuyos artistas también representaron en la cerámica imágenes homoeróticas (fig. 10).


Todas estas referencias gráficas demuestran que George Quaintance no fue el pionero en las representaciones artísticas y pictóricas homoeróticas, sino que existieron antecedentes en otros contextos geográficos, históricos y culturales que también expresaron mediante las herramientas gráficas imágenes de contacto sexual entre hombres, así como el cuerpo masculino desprovisto de cualquier prenda.
Quiero hacer énfasis en que son sumamente importantes estas menciones, porque resulta curioso y a la vez cuestionable las críticas que se han dado en relación a obras como las de Nahúm Zenil, quien también trabaja representaciones explícitas del pene, pero han sido consideradas por críticos de arte como pornográficas, ofensivas, obscenas, obsesivas, repugnantes, entre distintas posturas que han cuestionado este tipo de expresiones estéticas.

Al parecer algunos intelectuales que escriben acerca del arte contemporáneo, específicamente del siglo XX, han olvidado o invisibilizando el erotismo o bien la “pornografía” del arte antiguo. Otros ejemplos son la Venus de Willendorf o las figuras referentes al culto fálico, incluyendo el clásico arte griego, en el que sin ser necesario mencionar referentes específicos, se vinculan desde el imaginario social las variadas representaciones de desnudos tanto de hombres como mujeres, por lo que resultan cuestionables las categorías estéticas entre lo “pornográfico” y “lo erótico”. Bajo esta premisa intentaré analizar la obra de Quaintance en la cual por alguna razón, a pesar de trabajar con el desnudo masculino, en ninguna obra no hace una representación explícita del pene.

Los antecedentes pictóricos homoeróticos








Diversas representaciones de distintos pueblos y culturas a lo largo de la historia no han sido ajenas al homoerotismo, es decir, la pintura figurativa que muestra el contacto explícito de relaciones sexuales entre hombres. En estas obras se expone la desnudez total de los participantes evocados, exhibiendo de forma explícita el pene en su estado flácido o erecto.

Para ejemplificar y sostener esta afirmación recurriré a señalar determinadas obras, anexando las imágenes correspondientes al final del trabajo, junto con la cronología y la procedencia que los especialistas han determinado. En China, por ejemplo, se encuentra un panel donde se muestran dos jóvenes (hombres) teniendo relaciones, perteneciente a la dinastía Quing, aproximadamente del siglo XVIII (fig. 1). Otro ejemplo chino es de un panel de la época de la dinastía Ming que muestra a tres chicos en pleno coito (fig. 2). En Japón también se conocen diversos paneles en los cuales se personifican relaciones homosexuales entre los samuráis (figs. 3, 4, 5 y 6).